Tecnología, escritura y puntuación 1
Parte 1: Los inicios
Existe un mayoritario consenso científico que sostiene que la antigüedad de las primeras escrituras es de cerca de seis mil años. Aunque esto puede parecer mucho tiempo, en el contexto de la historia de la humanidad, no lo es tanto. El proceso que llevó a que hoy tengamos reglas ortográficas básicas de entendimiento común fue muy arduo. En este devenir histórico hubo avances, retrocesos y momentos de estancamiento: desde los pictogramas, que representaban objetos, hasta su evolución al sistema ideográfico, donde cada palabra está representada por un signo único y ajeno a los sonidos de los que se compone. Es decir, como dice Saussure (1945), el ideograma se refiere al conjunto de la palabra e indirectamente a la idea que expresa.
Las primeras tecnologías
Las primeras expresiones pictóricas del ser humano se produjeron en el período Paleolítico. Este paso previo a la aparición de la escritura se manifestaba mediante dibujos que representaban a la naturaleza. Se trataba de un arte primitivo, conocido como naturalismo prehistórico, que ofrecía una impresión visual de una manera directa y pura, sin complementos ni restricciones intelectuales. Es decir, se pintaba en piedra lo que se veía concretamente en ese preciso momento. Según Arnold Hauser (1962), se perseguía un efecto mágico: una anticipación del efecto deseado. Los cambios que permitieron el inicio de la escritura se producen en el período Neolítico cuando el arte empieza a “fijar la idea, el concepto, la sustancia de las cosas, es decir a crear símbolos en vez de imágenes” (p. 21).
Hacia el año 3500 a. de C., en Mesopotamia, el pueblo de Sumeria –actualmente Irak– desarrolló la escritura cuneiforme con el objetivo de registrar transacciones económicas. La primera tecnología de escritura consistió en la utilización de una cuña o estilete para marcar símbolos en arcilla; también se empleaban cortezas, piedras y maderas. Walter Ong (1982) sostiene que el marco económico de este uso precaligráfico de imágenes puede asociarse con la escritura. Estas primeras representaciones pictográficas solo podían ser entendidas por un grupo restringido de personas y, con frecuencia, el resultado no era del todo claro. El siguiente avance fue el ideograma, cuyo significado es un concepto no representado directamente por el dibujo, sino mediado por un código común. Por ejemplo, la imagen de dos árboles podría no significar “dos árboles” textualmente, sino representar la palabra “bosque”.
Los egipcios dibujaban jeroglíficos utilizando una tecnología que se popularizó: el papiro. Elaborado con un junco acuático (cyperus papyrus) que crecía a orillas del río Nilo, el papiro contribuyó a la expansión del libro en el Egipto helenístico bajo el reinado de los Ptolomeos. Las inscripciones se realizaban con una tinta que se elaboraba en ese mismo momento a partir de negro de humo, cola y agua (Iglesias-Zoido, 2021). Se guardaban en rollos y no podían volver a utilizarse. El papiro llegó a ser universal hasta la época de Alejandro Magno, pero su uso decayó al declinar la antigua cultura egipcia.
De los primeros alfabetos a la scriptio continua
Casi todas las grafías derivan de algún tipo de expresión pictográfica. El alfabeto se creó en la misma zona geográfica donde apareció la escritura cuneiforme, dos milenios más tarde. Los primeros aciertos fueron limitar los caracteres y, fundamentalmente, a diferencia de los sistemas de escritura anteriores, sus signos representaban sonidos que emanaban de la voz humana (Lyons, 2012). Este avance todavía presentaba obstáculos para su comprensión masiva; por ejemplo, el alfabeto estaba integrado solo por consonantes mayúsculas y sin espacios, conocido como scriptio continua. Se cree que en el antiguo Egipto apenas el 1 % de las personas sabía escribir; entre ellas, estaban el faraón, sus funcionarios, los líderes del ejército y los sacerdotes.
Entre los siglos VI y V a. de C., se produjo un cambio fundamental: el alfabeto griego empezó a vincular letras y sílabas con la pronunciación de vocales y consonantes específicas. En este punto hay algunas discrepancias: mientras Ong (2011) sostiene que los griegos crearon las vocales, Havelock (1986) considera que, en realidad, inventaron la consonante pura, con la cual proporcionaron por primera vez una representación visual del ruido lingüístico. Más allá de estas diferencias, coinciden en que este nuevo alfabeto le dio a la antigua Grecia el predominio intelectual sobre otras culturas de la antigüedad occidental. En este sentido, Lyons refuta la hipótesis de Ong sobre la influencia del alfabeto en el pensamiento científico abstracto y pone como ejemplo a la China antigua, que era una sociedad no alfabética y con un conocimiento científico relativamente avanzado.
Bibliografía
Hauser, A. (1962). Historia social de la literatura y el arte I. Debolsillo.
Havelock, E. (1986). Prefacio a Platón. Madrid: Antonio Machado Libros.
Iglesias, M. y Román, C. (2015). Aldo Manuzio (1449-1515). Centro de Documentación Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo - UBA. Disponible en: https://acortar.link/4H81UY.
Lyons, M. (2012). Una historia de la lectura y la escritura en el mundo occidental. Ediciones Ampersad.
Ong, W. (1982). Oralidad y escritura: tecnologías de la palabra. Fondo de Cultura Económica.
Saussure, F. (1945). Curso de Lingüística General. Editorial Losada.
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