La importancia de citar y referenciar en la escritura académica

Normas APA 7 edición

ESCRITURA ACADÉMICAESCRITURACITACIÓNNORMAS APAREFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Osvaldo F. Fernández

12/5/20255 min read

En la escritura académica, citar y referenciar no constituye un simple requisito formal: es una práctica arraigada en la historia misma del conocimiento. La etimología latina ofrece una primera clave para comprender su sentido.

Citar proviene de citāre, verbo que significaba “poner en movimiento” o “hacer venir”. En la Roma antigua se empleaba para convocar a alguien ante un tribunal. Con el tiempo, esa idea de llamada se transformó en la acción de “hacer presentes” en el discurso las palabras de otro. Quien cita convoca una voz ajena y la incorpora en su propio texto. En consecuencia, su contrario es “ocultar” o “encubrir”: omitir una cita implica disimular el origen de una idea y, por lo tanto, incurrir en deshonestidad intelectual.

A su vez, referencia procede de referentia, derivado de referre (“llevar de nuevo”, “traer de vuelta”). Remite al acto de conducir al lector desde un texto hacia otro. La referencia indica la procedencia de una afirmación y ofrece los datos necesarios para localizar su fuente. En síntesis: citar es hacer presente una voz; referenciar es guiar al lector hasta el lugar del que proviene. Ambas acciones revelan el carácter dialógico y dinámico del saber.

Usos en la Antigüedad: el poder de la autoridad

Si bien en el mundo grecorromano no existían sistemas de citación estandarizados, existía sí una práctica consolidada: recurrir a voces prestigiosas para fortalecer la argumentación. En la retórica clásica, la apelación a poetas, textos canónicos o hechos reconocidos otorgaba ethos al orador. Un verso de Homero o una sentencia de Cicerón no funcionaban como ornamento, sino como un sostén que confería solemnidad al alegato. El nombre de la autoridad convocada cumplía una función similar a la cita moderna: señalaba la fuente original y activaba la credibilidad asociada a ella.

En filosofía, Aristóteles sistematizó este procedimiento. Solía iniciar sus indagaciones examinando las tesis de sus predecesores, como ocurre en Metafísica, donde revisa las teorías sobre los principios. Este recorrido ofrecía contexto y delineaba el punto de partida de su propia propuesta. En sus tratados retóricos, la referencia a voces externas figuraba entre las pruebas “no artísticas” (átechnoi písteis): testimonios, leyes o dichos tradicionales cuyo peso persuasivo residía en la autoridad acumulada por la tradición. Citar, entonces, implicaba dialogar con un saber compartido y situarlo en continuidad con el propio.

Éndoxa: el antecedente del respaldo académico

Aristóteles denominó éndoxa a aquellas opiniones ampliamente aceptadas por la comunidad o hechas por los sabios en una disciplina. No eran ocurrencias arbitrarias, sino ideas refrendadas por un consenso social o intelectual. Funcionaban como puntos de partida válidos en la argumentación dialéctica y otorgaban legitimidad al razonamiento.

El filósofo aconseja comenzar por estos éndoxa, como quien invoca un proverbio o una máxima cuyo prestigio el auditorio ya reconoce. Esa noción se proyecta hasta la práctica académica contemporánea. Cuando un investigador cita artículos revisados por pares, manuales clásicos o teorías consolidadas, apela —de manera moderna— a opiniones autorizadas que han superado filtros de validación comunitaria. El peso de figuras de autoridad o de instituciones prestigiosas no reemplaza la argumentación, pero la respalda con evidencia confiable.

Citas y referencias en el estilo APA

En el ámbito científico-profesional contemporáneo, las Normas APA (7.ª edición) estandarizan la trazabilidad del conocimiento, con un ideal de rigor y honestidad intelectual. Como se menciona en la introducción, en consistencia con el carácter dialógico y dinámico del saber, APA diferencia con claridad la mención en el cuerpo del texto del autor de las ideas y teorías que influyeron en la investigación: la cita; que conduce hacia la entrada completa ubicada al final del documento: la referencia. Esta distinción garantiza transparencia y permite reconstruir el origen de cada afirmación.

Citar correctamente cumple, fundamentalmente, varias funciones esenciales. Por un lado, sirve para fundamentar los argumentos, aportando sustento verificable y fortaleciendo la credibilidad del texto; por otro, permite reconocer la autoría de las ideas ajenas, lo que asegura la honestidad intelectual y evita el plagio. Además, ayuda a contextualizar y dialogar con el conocimiento existente, al insertar el trabajo en el entramado disciplinar y proponer el contraste de perspectivas. Finalmente, al facilitar la verificación (ofreciendo al lector los datos necesarios para localizar la fuente original), la lista de referencias promueve la ampliación del estudio, ya que abre nuevos caminos para profundizar en el tema.

Algunas reglas básicas de las citas y referencias para las Normas APA (7.ª edición):

- Solo se citan los trabajos de las personas cuyas ideas, teorías o investigaciones hayan influido directamente en el trabajo. A su vez, estas ideas deben proporcionar información clave, apoyar o refutar la tesis. No se citan datos que son de conocimiento común.

- Bibliografía y lista de referencias no son lo mismo. El conjunto de obras que representan los antecedentes o las lecturas adicionales componen la bibliografía, mientras que en las referencias se incluyen las obras que apoyan específicamente las ideas, afirmaciones y conceptos del escrito. La Norma APA solo requiere la lista de referencias.

- Tanto las citas textuales como las paráfrasis (reformulación con palabras propias) de ideas o conceptos de fuentes originales deben citarse en el texto.

- Hay que privilegiar el uso del parafraseo. La cita textual debe emplearse cuando sea necesario replicar una definición exacta de relevancia o cuando sea un aporte de valor significativo.

- La prioridad debe ser el empleo de las fuentes primarias; es decir, las fuentes directas; si no es posible, se puede recurrir a fuentes secundarias, pero con mucha moderación.

- Cada obra de la lista de referencias debe estar citada en el texto.

- Pueden coexistir varias versiones de la misma obra. Se debe citar la versión que se utilizó. Lo ideal es la versión final publicada o la última edición.

- También pueden citarse las obras publicadas de manera informal, como las que estén en un archivo de preimpresión, en una base de datos institucional o en un repositorio.

- Cuando se cita directamente, siempre hay que indicar el autor, el año y el número de página, de párrafo, título o algún dato concreto para ubicar la cita en el texto, ya sea en formato parentético o narrativo.

- No es obligatorio mencionar el número de página o de párrafo en la cita de una paráfrasis, sin embargo, se puede incluir cuando esto ayude a los lectores a localizar un pasaje pertinente dentro de una obra compleja o de relevancia.

- No se citan las menciones generales de sitios web, publicaciones periódicas, software y aplicaciones comunes

Lo que se cita y no se debe incluir en las referencias

- Las citas de los participantes de la investigación se presentan y analizan en el texto, pero no necesitan citaciones ni ser incluidas en la lista de referencias.

- La fuente de un epígrafe no suele agregarse en la lista de referencias, a menos que la obra se cite en otra parte del texto del escrito, o sea importante en el contexto del tema.

- Las obras que no pueden ser recuperadas, se citan en el texto y se las puede considerar como comunicaciones personales: mensajes de textos, correos electrónicos, chats privados o mensajes directos, entrevistas personales, conferencias de clase no grabadas, memorandos, cartas, mensajes de grupos de discusión no archivados o foros de discusión.

Una mención aparte merece el uso de la inteligencia artificial (IA). En principio, si se utilizó, debe ser declarado en la metodología. Si es importante para el trabajo alguna cita de la IA, es preciso citarla. La pregunta es la siguiente: ¿cómo proceder si no se puede recuperar el chat? En un próximo escrito lo analizaremos juntos.

En definitiva, citar y referenciar constituyen una herramienta dialógica que enlaza pasado y presente del saber. Desde la oratoria antigua hasta el artículo científico actual, la presencia de voces autorizadas actúa como un anclaje que sostiene cualquier aportación en la continuidad del conocimiento humano. Así, cada nuevo trabajo se integra en una tradición de pensamiento que avanza mediante la conversación entre textos, autores y comunidades.

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