Corregir un texto es un juego de equipo

A veces siento que corregir un texto es como jugar un partido de fútbol

CORRECCIÓNESCRITURACORRECCIÓN DE ESTILO

Osvaldo Fernández

2 min read

Llegué a jugar al fútbol hasta la sexta división de Almirante Brown. No pude seguir por problemas familiares, económicos y, también, seguramente, por un talento insuficiente. Quizás esta cuenta pendiente —mía y de mi padre— me lleve a pensar algunas analogías entre ese deporte y mi oficio de corrector.

Según la cantidad y calidad de trabajo que enfrento, me ubico en distintas posiciones dentro de la cancha. Cuando un texto necesita una intervención profunda, siento que debo jugar de 5, en el centro del campo: recuperar balones, ordenar al equipo, distribuir el juego. Otras veces, asumo el rol de marcador central o líbero y, desde el fondo cubro las erratas con la seguridad de un defensor atento.

A la hora de ocuparme de los paratextos, me reconozco lateral, con unas funciones precisas y limitadas: cuidar la línea, hacer relevos, proyectarme por la banda, revisar títulos, epígrafes, índice, bibliografía. Y cuando un escrito presenta pocos errores, entonces hace falta un arquero experimentado. Así como un gran equipo necesita un guardameta que intervenga en momentos muy puntuales y decisivos, el corrector debe tener la agudeza y capacidad de aparecer en el instante justo.

También está la figura del árbitro, cuya virtud mayor consiste en pasar lo más inadvertido posible. Cuanto menos se nota su presencia, mejor es su desempeño. En mi oficio sucede algo parecido: la corrección debe estar, sostener el juego, garantizar que todo fluya con reglas claras, pero sin imponerse ni robar protagonismo al texto ni a su autor.

El director técnico, en esta analogía, es el editor o el tutor académico. La hinchada, imprescindible, está representada por los lectores o evaluadores, quienes alientan o desaprueban desde la tribuna. Y el autor del texto, claro, debe llevar la cinta de capitán y calzarse la número 10: es el creador, el que inventa y hace jugar a todos.

En conclusión, ni en la cancha ni en la escritura (ni en la vida) se juega en solitario. El corrector, el editor, el lector y el autor forman parte de un mismo equipo. Con el aporte de cada uno, el resultado es el producto de un trabajo colectivo cuyo propósito es que el texto exprese con claridad lo que el autor quiso transmitir.

—Te cuento cómo terminó el partido de la final, pa. Fui al piso y robé la pelota cerca del área grande rival. Levanté la cabeza, lo vi libre y entonces corregí la última referencia bibliográfica: la editorial era Amorrortu y la traducción de J. L. Echeverry. Le di el pase que lo dejó solo frente al arquero. Lo eludió con la destreza de su escritura y, con el arco vacío, presentó el trabajo. La alegría fue total. Corrió hacia la tribuna que lo había alentado todo el tiempo y, después de un salto maradoniano, gritó con un desahogo visceral: ¡entregué la tesis!

¿Tenés un texto para revisar?

Trabajemos juntos

Presupuesto sin costo · Respuesta en 24 h hábiles · Confidencialidad garantizada